martes, 23 de septiembre de 2008

Una del "corazón"

(porque no siempre es bueno callar)
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María Patiño opina que el certamen Mis Venezuela es "opio para el pueblo", porque una vez al año reune (al menos este año) a quince mil espectadores en el Poliedro de Caracas. Me pregunto qué definición o calificativo podríamos darle a un programa como "Donde Estás Corazón", show televisivo en el cual ella interpreta -de forma pésima- el papel de periodista, que todos lo viernes idiotiza, por la medida baja, a 20 millones de españoles en la península.
María Patiño llegó a Venezuela, contratada (más que invitada) para ser parte del jurado del Mis Venezuela (¿¿¿???). En Venezuela se encontró con la típica amabilidad del venezolano, que se entrega, a veces hasta ingenuamente, al máximo, creyendo en la buena fe de todo el que llega.
Aquí, en un pais en el que, según sus palabras, "las chicas se inscriben en el Mis Venezuela para poder comer tres veces al día, porque es una de las pocas oportunidades que tienen para conseguir trabajo y para que las operaciones de cirujía estética les salgan gratis"), en ese pais donde la gente "lo pasa tan mal", comió gratis lo que quiso, como quiso y cuanto quiso; la vistieron como nunca pensó verse vestida (y nunca más se verá salvo que repita el atuendo -que dicho sea de paso le regalaron-... y aún así, le faltará el toque del estilista); la adornaron con unas esmeraldas que ni soñó poder ver de cerca ni volverá a ver más que en sueños y recuerdos; le regalaron un excelente trabajo de ortodoncia (ella misma afirma "ahora me verán sonreir más") que en España no hubiera podido hacerse con los ingresos que obtiene ejerciendo de forma tan mediocre su profesión. En fin, que la trataron como una gran señora y se fue, como lo que es, contando lo que la envidia, entre otras cosas, no le permite contar de forma objetiva. La culpa es de quien habiendo tanto personaje de altura dentro del pais se va a buscar tal personajillo en el extranjero. Lo cierto es que estas son el tipo de cosas que, cuando las veo en aquellos que diariamente son la imagen de España -y de los españoles- ante el mundo, me hacen desear haber nacido en otro lugar,y no pasar por la vergüenza de tener que reconocer que también yo soy español.