viernes, 31 de julio de 2020

Desde Lejos...


Desde lejos el poeta
a una rosa decía:

¿Cómo no voy a extrañarte
si de tu piel, en mis dedos
tengo algo más que recuerdos:
tengo añoranza y deseo?

...y la rosa sonreía

Y el poeta desde lejos
sus pensamientos seguía:

¿Cómo podría olvidarte
si de tu pecho, en mis labios
tengo el nectar que alimenta
los sueños de cada día?

...y la rosa sonreía.

Y el poeta adivinaba
aquella tierna sonrisa
que su rosa en la distancia
esbozaba complacida

y el alma se le llenaba
...Y también él sonreía.

jueves, 30 de julio de 2020

Cuando no puedes hablar abiertamente,
cuando debes callar tu pensamiento,
no hay más recurso que inventar otro ser como tú
que vive dentro de ti
y no es otra cosa más que tú mismo.

miércoles, 29 de julio de 2020

Algo he leído...

Algo he leido mas no sé lo que he leido.
Algo escuché que me decían
y no se bien ni qué ni quién ni donde.
Algo vi y lo que vi va por mi mismo camino,
acompañando mis pasos, en este fardo, escondido.

martes, 28 de julio de 2020

Fragmentos de un diario

(1998)

(agosto, 26)

No sé por qué todo me tiene esta sensación a despedida.



(agosto, 30)

        Allí estabas, al alcance de mi mano. Reluciente toda como diamante engastado en cerco de tiempo y espacio. Hermosa. Y no fuí capaz de hablarte. ¿Cómo no reconocerte? ¿cómo no saber que eras tú la que adornaba aquel vestido blanco?. Había un lugar para mi a tu lado y fui incapaz de ocuparlo. Era tan simple... Una palabra, tan sólo, hubiera bastado; pero me quedé sin habla ante tus ojos. Me quedé mirando aquellas manos que, enlazadas, rodeaban una taza de café. Tú tan hermosa... Yo, un tanto descuidado en mi apariencia: cansado por el ir y venir de un día dificil. Mirabas aquí y allá... como buscando... y yo estuve ante tus ojos y el gesto de mi mano en un intento de saludo se quedó en el pensamiento. Después te fuiste y yo... allí quedé con tu imagen. Allí quedé recordando.



¡He intentado retratarte tantas veces
con el tosco pincel de mi lenguaje!
¡Tantas veces he intentado un homenaje
sin poderte describir como mereces!
Tú me diste la frescura de tus sueños.
Yo, a cambio de tus sueños, ¿qué te he dado?
Un caminar inseguro sin rumbo cierto a mi lado.
Un esperar el futuro caminando a tientas
los caminos de un presente improvisado.



        Al final las cosas tienden siempre al orden lógico -no sé si natural, lógico en cualquier caso- a pesar de nuestros múltiples esfuerzos por mantenerlo todo desordenado. La cuerda del arco siempre regresa a la linea recta después de impulsar la flecha.



        Ya no sé que hacer.
        ¡Tanto tiempo habituado a una rutina, a seguir como instrucciones los mandatos de un programa!
        Hoy me siento navegando a la deriva. Ya ni el escribir me calma.
        Como la rueda de un coche voy girando. Todo avanza sobre mi. Voy dejando todo atrás pero yo sigo girando, siempre sobre el mismo eje; siempre en el mismo lugar de este absurdo vehículo en que se me ha convertido la vida.
        Ya no sé qué hacer para salir del laberinto.
        Ya no sé qué hacer para volver al camino.
        ¡Si supiera, al menos, dónde está el camino!
        ¡Si supiera dónde lo perdí!
        Quiero seguir caminando pero ¿hacia dónde?.



(agosto, 31)

        Tengo la mirada perdida en la distancia aunque sigan mis ojos el movimiento de la pluma con que escribo.
        Tengo la mirada perdida en la distancia...
¡Ya no sé vivir sin ellos!



        Tanto tiempo consumido en ir y venir dentro del espacio limitado de la mediocridad. Mientras todo avanza a mi alrededor yo, a cada instante que pasa, voy quedando más atrás. Por momentos se me escapa la noción del tiempo. Pierdo por momentos la noción de lo real. Paso por estas calles como si fuese parte de su atmósfera gris. Un elemento inconsistente sin presencia material.



(septiembre, 2)

        De repente me encuentro -cosa que por lo general antes no hacía- releyendo cada frase, cada linea, cada párrafo que escribo.
        De repente me encuentro buscando entre mi modesto conocimiento del lenguaje, las palabras apropiadas para expresar aquello que quiere -y debe- fluir libremente hacia la pluma.
        De repente me encuentro corrigiendo -¡tachando!- la originalidad del sentimiento. Tal vez por ello es que ya ni el escribir me calma. Ahora el papel -antes buen amigo, confidente discreto y silencioso- me mira con sus blancos ojos entre lineas verdes y me reclama sinceridad. Incluso esto que ahora escribo tiene un algo de vacío, de prefabricado.
        Hay quien llama a la poesía el arte de la palabra... y de repente me pregunto si alguna vez escribí para ser poeta. Y si nunca fue así, ¿por qué ha de serlo ahora?.
        Seguramente, amigo mío, alguien llegará a leer esto que en nuestra soledad comparto ahora contigo pero tú sabes que no escribo para el posible lector. Sabes que escribo para mi mismo ¡y sabes también por qué escribo!
¡Basta ya de andar buscando verbos!
¡Basta ya de ir a la caza de adjetivos!.



(septiembre, 5)

        Tengo el alma anclada en un puerto muy lejano...
¡Ya no sé vivir sin ellos!



(septiembre, 6)

        Aquellos ríos cuyas aguas se cruzaron dictaron su sentencia al separarse. Sólo volverán a unirse cuando alcancen el oceano. Quien ha seguido mis versos, entenderá de qué hablo. Quien ha leido mis versos, entenderá lo que digo...

        Al final, las cosas tienden siempre al orden lógico.



(septiembre, 8)

        Hasta las piedras que dejé atrás algún día van hoy un paso por delante de mi...
        Yo ya no sé que hacer para alcanzarlas.




        Esta cama es demasiado grande para mi solo. La verdad es que cualquier cama se me hace grande por más pequeña que sea.
        ¡Qué dificil es dormir sin ella!.



(septiembre, 10)

        Mi casa puede ser cualquier casa. Una casa no es más que cuatro paredes sin vida y un techo. Mi hogar está en todas partes y en ninguna. Mi hogar está donde quiera que estemos juntos. Y es que, sin ellos, ya no hay hogar. Sin ellos la vida es media vida. El tiempo no tiene sentido a no ser por la ilusión del reencuentro.



(septiembre, 11)

        Reconozco todas y cada una de estas calles. Podría describirlas hasta con los ojos cerrados y a distancia. Sin embargo el lugar, en sí mismo, me resulta extraño.
        ¡Ah! ¿Cómo caminar hacia delante sin dejar nada atrás?. Si no movemos ambos pies de la acera en que estamos jamás llegaremos a la acera de enfrente; y, aún cuando pudieramos llegar con un sólo pie, terminaríamos cayedo al intentar dar un paso.



(septiembre, 13)

        Me preguntan ¿por qué sonreir a la vida si a ti la vida no te sonríe?
        Les contesto: porque he descubierto que camino más rápido, con más energía y me agoto menos cuando camino sonriendo, pensando en cosas agradables...
        Después hago el intento de creérmelo. Aún con dudas, sigo sonriendo.



(septiembre, 14)


Cuando mi tiempo se duerme
es que lo estás arrullando
con la nana de tus besos
y el violín de tus manos
Entre todo cuanto extraño
echo de menos tu abrazo
y el beso que no nos dimos;
el que se llevó la brisa
del camino
entre tu boca y mi boca;
el que no llegó a tus labios;
el que nos arrebató la prisa
aquel día de verano.

Un taxi aguarda a la puerta.

¡Qué poco tiempo nos dimos!
¡Qué poco tiempo siempre nos damos!

Yo con mi maleta a cuestas
tú, siguiéndome los pasos...
una puerta que abre... y cierra...
¡Amor, cómo te extraño!
Cierto es que fue sólo un hasta luego
pero un hasta luego largo.
Y es que ya no se vivir sin el calor de tus brazos;
ya no sé soñar otra cosa que no sea
el color de tu mirada o la caricia de tus manos.
Ya no sé dormir sin tu presencia a mi lado.

Entre todo cuanto extraño, y es mucho,
echo de menos tu abrazo
y la noche de amor que no tuvimos.
Aquella noche de amor que nos arrebató el cansancio de un día de despedida; de un día que se nos escapó entre el ir y venir de preparativos y una noche que durmió sobre nuestros cuerpos cansados.
De todo aquello que extraño, sois todo lo que extraño.


Buenas noches, bien amada.
Buenas noches, vida mía.
Buenas noches, mis pequeños.
"Mañana será otro día".




(septiembre, 16)

        Hoy me hice una pregunta:
¿qué hago aquí?
        ¡Y no supe responder!



(septiembre, 18)

        Nada te hace tan vulnerable ante los demás como mostrar tus debilidades abiertamente; y, si no las muestras, ¿cómo podrías encontrar alguien que te ayude a superarlas?. Entre lo que es y lo que debe ser, la vida está llena de contradicciones. Tal vez la mejor manera de vivirla sea elegir un camino al azar... y seguirlo.



(septiembre, 19)

        Eres negación de todo aquello en cuanto creo y la confirmación de cuanto existe en el espacio de un sueño.
Sol y luna.
Noche y día.
Soledad y compañía.
Todo y nada al mismo tiempo.
        Eres el movimiento telúrico que hace temblar mis conceptos y resquebraja mis convicciones; la ambiguedad del sí y del no en un tal vez que llena de dudas mi pensamiento.



(septiembre, 20)

        Es preciso abrir los ojos
¡y despertar del letargo!



(septiembre, 21)

        El futuro cobra por adelantado
...Y no siempre cumple.



(septiembre, 24)

Somos nosotros que no la vida quienes rompemos los sueños.
Nosotros ¡amos del mundo!
Nosotros ¡de nada dueños!
Nosotros los construimos.
Nosotros los deshacemos.
Nosotros somos que no la vida quienes rompemos los sueños...
Nosotros somos, ¡sólo nosotros!
aunque a la vida culpemos.

lunes, 27 de julio de 2020

Al niño sin nombre de aquella calle...

(abril/1998)

Me miras como si fuera
culpable de tu dolor
y ¿qué podría decirte?
¡acaso también lo soy!

Me miras y en tu mirada,
enciclopedia del miedo,
diccionario del rencor,
puedo ver como me juzgas
¡y acaso culpable soy!

Si un lobo ataca mi granja
y aniquila mis ovejas,
¿no escaparé de aquel lobo
cada vez que un lobo vea?
¿No intentaría, por lo que uno me hiciera
exterminar cualquier lobo
que, en mi camino, yo viera?

Peor que lobos. ¡Peor!.
Asesinos de sueños y esperanzas.
Devastadores de futuro.
Destructores del hoy y del mañana.

Y al pasar por tu lado me disparas
sin preguntar, con motivo,
el reproche que se anida en tu mirada
mientras yo, sin motivo, te disparo
el dardo hiriente de mi injusta desconfianza.
Huyo de ti prejuzgando
tu apariencia descuidada.
No me detengo a pensar
que bajo esa capa de tierra
adherida a tus manos y a tu cara,
bajo esa ropa que mal vistes
a trozos, deshilachada
hay un humano que siente
que sufre, que llora y calla.

Hoy te vi -como cada día-
al pasar por esa calle que es tu casa,
tu refugio, tu castigo, tu morada,
el patio de tus juegos,
el aula en que la vida te imparte su enseñanza.

Hoy te vi -como cada día-
sentado en aquel banco de la plaza
encorvado, como si el peso del viento
pudiese más que tu espalda.
Mirabas, sin ver, al suelo;
tal vez a la tierra hablabas.
Vi movimiento en tus labios
pero no pude oir nada.
Te miré. Por un momento se cruzaron
tu mirada y mi mirada.
Tus ojos con los míos tropezaron
y quisieron hablarme
-más bien, ¡sé que lo hicieron!
¡sé que algo me dijeron!-
pero yo no escuché nada.
Noté tristeza en tu rostro.
No vi rencor esta vez en la expresión de tu cara;
había un dejo, quizá,
de quien por última vez
mira a la gente que pasa.
Llovía sobre tus mejillas.
Seguramente llorabas
y no fui capaz de hablarte
¡No pude decirte nada!
Y yo seguí mi camino
y tú quedaste aguardando
el final del sufrimiento,
la libertad que llegaba.

Hoy te vi como cada día
al iniciar la jornada,
cuando rumbo a mi rutina
-repleta de soledades-
por tu calle caminaba.

Volví a pasar esta noche
también como cada noche
cuando voy camino a casa
pero no te vi esta noche.
¡No!, esta noche no estabas.
Vacío estaba aquel banco:
aquel banco de la plaza,
que fuera otrora tu cama
cuando brillaba la luna
y te sirviera de techo
cuando una nube lloraba.
Allí seguía aquel banco
y aquella fuente sin agua;
seguía allí el viejo árbol
pero tú no. ¡Tú no estabas!.

Hay cerca de mi quien dice
"nada falta en esta calle,
al menos, que no sobrara"
y yo, que en silencio escucho,
en silencio permanezco.

¿De qué te sirven ahora
mi pensamiento y palabra?

Vuelvo al papel en que escribo
y no sé por qué motivo
una lágrima a destiempo,
que tal vez limpie mis ojos
pero mi culpa no lava,
se desliza dibujando
los contornos de mi cara.

Y ahora, ¿de qué te sirve?
Tan culpable como todos
me esconderé tras la excusa
de la falta de poder,
terminaré este café
y seguiré mi camino
hacia el hogar en que aguardan
mis niños, una mujer
y unas paredes que el viento,
por más fuerte, no traspasa
pero tu imagen, lo sé,
se hará presente en mis sueños
para alimentar mi insomnio
y hacer mis noches más largas.

Cada vez que muere un niño anónimo en cualquier calle
ponemos un nuevo clavo a la Cruz.

domingo, 26 de julio de 2020

El Viejo Jardinero

(1987)

Es apenas un eco. Un rumor lejano, muy lejano; si bien más distante en el tiempo que en el espacio del pensamiento. Reconozco el sonido sin dificultad: un rastrillo que se desplaza, peinando los cabellos de la tierra, amontonando hojas caídas como si fueran recuerdos.

¡Si pudierais verlo! ¡Con cuánta ternura las mira!: como si, una a una, las fuera reconociendo todas, al tiempo que las arrastra. Para él, son mucho más que mustias hojas. Son horas, minutos, segundos; son días, semanas, meses; es su tiempo, son sus sueños; es una vida que cada año, una vez al año, se vierte en fragmentos. Acaso, incluso, en su interior, cada hoja tiene un nombre y cada una, también, le cuenta distinta historia.

Él las mira como a iguales. Las amontona, no porque le estorben. Las amontona y las recoge para apartarlas de la anarquía del viento. Él se sabe ya una hoja también -como tal se reconoce- en el jardín del universo: una hoja entre las hojas que caminan al invierno.

¡Ah, mi viejo jardinero!: proyecto tu imagen, después de tantos años, sobre un día de otoño. Imagino, en mi lienzo, que levantas la cabeza y puedo sentir, como otrora, la caricia de tus ojos sobre mi.

No seáis como esos árboles
orgullosos y arrogantes de hoja perenne
que llegan hasta el final con su vestir primero.

Sed, más bien, como el árbol
del jardín casero
que en octubre se desnuda
para vestirse en enero.
Ir al Índice de Escenas

miércoles, 22 de julio de 2020

1998


...Y el sueño toca a su fin.
No podía ser de otra manera.
Al fin y al cabo, un sueño era...
Ilusión vana.
Tormenta
que los sentidos desgrana.
Quimera
que se gesta de una idea
que de idea se alimenta
y se convierte en idea...

...Y así, -el sueño-
con tan solemne vestido
va trastocando el sentido
y envolviendo el pensamiento.

(Enero 1998)




Etereo
como bruma en el mar cuando amanece.
Difuso
como el sueño que entre sueños te estremece
-y dejando sensación de haber soñado
del recuerdo, sin más, desaparece-
el pensamiento va y viene
entre este mundo real que lo limita
y el universo sin fin del que proviene.
Allí el pensamiento es libre
y con toda libertad se multiplica
descansa, se renueva y se devuelve
a enfrentarse a las murallas nuevamente...
y otra vez se va
y otra vez vuelve...

... el pensamiento va y viene
y ya no sé qué hacer con el caudal
de pensamientos que atraviesa por mi mente
ni con esta sensación de ambigüedad
de navegar inútilmente.

Miro hacia atrás
veo el camino andado
largo en tiempo, lleno en proyectos
vacío de resultados;
largo en vida, corto en hechos
vacío en huellas y legados.

"Al andar se hace camino"
-va mi recuerdo a Machado-
siempre y cuando no se siga
un camino ya pisado.

Hay quien abre caminos en el tiempo.
Hay quien sólo sigue los senderos
que el tiempo, como guía, va marcando.

Cada día que amanece
salgo a buscar un camino.

No es el andar lo que agota
sino el esfuerzo sin tino:
este caminar sin rumbo
este dar vueltas continuo
esta maraña de ideas
este inmenso laberinto.

¡No agota tanto el andar
como el no tener destino!
(...)




Una puerta que se abría
-curioso yo, e imprudente-
crucé sin pensar ¡cuán necio!
aquella puerta llevaba
a un camino sin regreso.
¡La temeridad se paga
y, a veces, tiene alto precio!

He visto mi nombre escrito
entre los nombres de aquellos
cuyo nombre no se nombra
y mi rostro moldeado
con tierra gris ¡yo lo he visto!
como se iba alejando
por la noche, hacia la sombra.
(y no sé si es que soñaba
o sueño ahora que escribo
pero lo cierto es que he visto
que alguien sembraba mi cuerpo
como se siembran recuerdos
para cosechar olvidos)

Flores de otoño en un lecho
oscuro, frío y estrecho
lleno de horas sin tiempo
-de soledad y silencio-
de sol y lunas vacío,
en un terreno baldío
donde no crece el helecho
ni el clavel, la rosa o el lirio;
donde se siega el recuerdo
para sembrar el olvido.

Réquiem por la hoja caída
ensaya el viento a lo lejos.

(Días solitarios...
Noches solitarias...)

En un pequeño agujero
-como quien siembra maíz-
alguien siembra su pasado.

(... en el Camposanto ...)

Réquiem por la hoja caída
entona un coro de abetos.

(...donde descansan
los humanos restos.)




Yo que nunca fui un asiduo visitante
de la tenue claridad que hay en tu templo.
Yo que en mi condición de practicante
pobre modelo soy y un mal ejemplo;

yo que a veces cuestiono desafiante
-cuando miserias y dolor contemplo-
tu existencia; camino vacilante
la senda de mi fe y me destiemplo

no sé si aún merezca tu consuelo
¿qué derecho me asiste al reclamarte
un lugar para mi alma en ese cielo

del que soñé algún día formar parte
cuando mi alma portando tu estandarte
hacia el reino prometido alzase vuelo?

Yo, que pregono ir siguiendo tu camino
y cada vez de tu camino estoy más lejos.
Yo, que te busco por libar tu dulce vino
pero antepongo a tu mensaje mis complejos

que cuando hay tempestad acudo al pergamino
de tu ley, libro que guardo entre libros viejos
y tanto y tanto habré juzgado a mi vecino
por igual mancha que reflejan mis espejos

no sé si pueda hoy pedir, pero te pido
que me ayudes a vencer este letargo
en que mi vida y pensamiento se han sumido.

En mitad de no sé dónde estoy perdido;
no siento el peso de mi cruz y sin embargo
no consigo avanzar. Me he detenido.

He perdido el ritmo de mis pasos.
No consigo avanzar.
En mitad de no sé dónde estoy perdido.




... Y aún así voy cantando
porque el cantar me sostiene:
me ayuda a vencer el miedo
cuando el miedo sobreviene
y a mantenerme en la calma
cuando el viento sopla fuerte.

... Y aún así voy soñando
porque el soñar me mantiene
con mi norte hacia el futuro.
El futuro no se compra.
El futuro no se vende.
El camino hacia el mañana
sólo lo trunca la muerte!

Febrero 1998




Sálenme sombras al paso
por donde quiera que ando.
Traen recuerdos ambiguos
de historias que no he vivido
y sueños que no he soñado.

A mi camino la sombra
es como la luz al blanco.

Al paso sálenme sombras
por donde quiera que ando
pero aunque sea entre sombras
yo seguiré caminando.




Extraño aquellos momentos
en que al abrir mi ventana
venía a mi el colibrí
y aquel turpial me cantaba
mientras la brisa traía
de alguna tierra lejana
olor a hierba y jardín
olor a rosa temprana.

martes, 21 de julio de 2020

Beso que el cielo a la tierra
en color de aurora ofrece
tras un sueño que se cierra
y una noche que amanece.

Fruta del árbol prohibido:
la que pasiones enciende.
Oasis en tierra ardiente.
Rosa en jardín de espinos.

Entre el hoy y el ayer...
tan sólo un sueño distante!
entre el hoy y el mañana...
ríos de amor infinito
nunca un poema fue escrito
a una estrella tan brillante.

1997

lunes, 20 de julio de 2020

Se hizo la noche
Tres días de duelo
Se acabó el camino
JESÚS está muerto.

Como un delincuente
clavado a un madero
sufrió y, lentamente
murió EL NAZARENO

¡Se hizo la noche!
¡Tres días de duelo!

Se lamenta la tierra
Lo llora el cielo:
murió el REY DE REYES
el Guía, el Maestro

Tres días pasaron
Tres días de duelo

El sol, un buen día
el día tercero
proyecta su luz
disipa la sombra
acaricia el suelo

La noche, vencida
levanta su velo
se aleja en silencio
y un grito encendido
de vida y esperanza
se abre caminos
ante un mundo incrédulo

¡VIVE! ¡VIVE!

JESÚS está aquí

Este es el CRISTO
el REDENTOR que ha vuelto
para guiar nuestros pasos
hacia la paz de su REINO.

Marzo, 1997

domingo, 19 de julio de 2020

I

El agua es el alma del río.
Cuando dos ríos se cruzan
y, en un único caudal
confunden sus aguas
no hay manera de que vuelvan
(aunque luego se dispersen)
en el tiempo a ser los mismos.
Cada uno, en su interior,
lleva la esencia del otro,
condenados a llorarse,
por los siglos de los siglos.

II

Tu camino y mi camino.
Tu sueño y mi sueño.
Tu destino y mi destino.

Dos historias que en el tiempo
sin quererlo se cruzaron
y, en el tiempo, prisioneras
de su tiempo se quedaron.

III

Reconozco que te hice mucho daño;
que tu alma, en mi, encontró la noche
por creer que hacia el día viajaba.

Por seguir una luz que, en la distancia,
parecía tibio sol de madrugada
pero aquel sol no nacía...

¡cruel engaño de tu vista deslumbrada!
aquel sol no nacía, ¡se ocultaba!

presentóse ante ti cual sol naciente:
luz de un día que apenas comenzaba
pero aquella luz no nacía ¡agonizaba!

¡Yo que creí ser la respuesta
a las dudas que amargaban tu existencia!

No pasé de ser el sueño que una noche
floreció en el jardín de tu inocencia
y se durmió allí, al abrigo acogedor
de esa ternura tan tuya:
sin condición, sin reserva, sin medida
bajo un cielo azul nunca tan claro
sobre un nunca tan intenso verde oliva.

¡Yo que creí ser el artista
que podría dibujar sobre tus lienzos!

No fui más que un sueño en la distancia.
Un fantasma, una imagen transparente
una herida que se abre de repente

Una estela en aquel mar infinito,
un velero sin timón, a la deriva.

Como estrella fugaz llegué a tu vida
Como estrella fugaz fue mi presencia

Y aquí estoy ahora:
tratando de sobrevivir
tratando de flotar en estas aguas.

Aquí estoy:
entre la realidad y el sueño
entre las páginas de un cuento...

IV

Entre el rumor de los pinos
aquel quejido de ramas
al que cantaba Pondal
se oye una voz que dice
como un suspiro: ¡estoy aquí!
¡Nunca me he ido!
Aquí estuve, aquí estoy
¡y aquí sigo!
Y estaré eternamente
viviendo, en sueños, contigo.

Aún después de la muerte
mi más postrero suspiro
hará nido en estas ramas
sobre este mismo camino
(sobre esta piedra, testigo
de una tarde de verano)
compañero de mis juegos
compañero y buen amigo.

V

Para algunas personas nada más somos que accidentes del camino.
Una curva cualquiera que por necesidad hay que tomar.
Una nariz que, con gusto o sin él, se lleva a cuestas porque nace pegada al rostro.
Para algunas personas nada cambia si estás o no estás.

VI

Atrás quedaron los tiempos no vividos.
Atrás, los sueños no soñados
y, las palabras nunca dichas
atrás, muy atrás quedaron;
como atrás quedaron también
aquellos versos que, un día
por no econtrar un poeta
en el tintero del tiempo
con la tinta se secaron.

Atrás quedó, muy atrás
la hermandad que no tuvimos
el cuento que no contamos
el amigo que no hicimos.

Atrás, muy atrás quedó
el camino recorrido
y, más atrás aún, quedaron
las tierras que no pisamos.

Atrás quedó lo vivido.
Atrás quedó lo pasado.

VII

...Y a pesar del tiempo
mi pueblo aún es mi pueblo.
Con la cara un poco enjuagada, tal vez
por una breve llovizna de progreso:
alguna nube pasajera que, al llorar sobre los pinos
creó la irreal apariencia de un tiempo irreal
casi de ensueño.

En el fondo, mi pueblo
será siempre aquel pueblo:
el pueblo de mi recuerdo.
Con sus casas de piedra reformadas
con caminos asfaltados y calzadas
con más luz, tal vez; con más faroles
con algo más de pintura en sus fachadas;
pero aquel olor a hierba aún persiste
en el aire que respira la montaña
y, en la brisa que asciende de la ría, aún perdura
aquel soplo de cultura enmohecida
aquel rancio señorial que acompañaba
en su andar, al habitante de la villa.

En el fondo, mi pueblo
será siempre aquel pueblo.

(septiembre/1996)

jueves, 16 de julio de 2020

... de una carta inconclusa escrita a trozos. Hoy un poco, otro poco mañana. Tendría que haber sido lo suficientemente larga para expresar un sentimiento y lo suficientemente corta para ser enviada por fax a larga distancia. Pero siempre queda algo por decir y se prolonga. Se deja y se vuelve a ella cuando el tiempo lo permite o cuando la necesidad de hablar es imperiosa. Una conversación que se vuelve monólogo sobre un papel con rostro y nombre. Al releer lo escrito encuentro que, entre lineas, florecieron estos versos. Imágenes del recuerdo. Gritos de la nostálgia. Ajenos a la conversación pero no ajenos al alma.
(Caracas, 1995)

A Ana Mary Dasilva

I

¡Qué vacío tan grande!
¡Qué gran vacío!
El calor, repentino,
se torna en frío
y en el río que fluye
hacia aquel mar de gente
se me van vuestros rostros
vuestra imagen se pierde...
Ya no se qué deseo:
si correr a alcanzaros
o cambiar la corriente...
si llorar en silencio
o, al tiempo, gritar:
¡No sigas! ¡Detente!
...el vacío es silente!
...el vacío es tan grande!
una lágrima cae...
el vacío se siente.
El tiempo envejece el cuerpo
y añeja los sentimientos...
¡Qué difícil se me hace
hoy decir un hasta luego!
¡Cada vez es más difícil...!

(Caracas, 20/02/1994)

II

Desde la cruz, en la cumbre,
va bajando el pensamiento
caminando entre gigantes
que, al compás del viento
corean su eterna melancolía:
secreto a voces
escondido en la fragancia
del eucalipto dormido
del pino reverdecido
en verde tierra de sueños.

Los sueños, a instantes,
pesan aún más que la propia vida
y el pensamiento descansa
mirando a la lejanía.

Allá, sestea la ría.
Aquí, la brisa interpreta
su ya añeja melodía.

¡gran espejo de agua mansa!

Ante tanta maravilla,
una lágrima se asoma.

¡Quien fuera un soplo de brisa!
para volar libremente
y acariciar el paisaje
que tanto, mi alma, añora

III

De los pies de una Cruz salí un día
para subir a las nubes y descender
a los pies del gigante dormido
que, en sueños, custodia
el valle en que vivo.

IV

Tiempo somos para el tiempo.
Tiempo hecho carne.
Tiempo hecho hueso.
Tiempo de tiempo que surge del tiempo
y en el tiempo muere.

V

Complacido de su obra
después de arduo trabajo
a descansar en un huerto
El Creador se retira.
Duerme, y en su sueño concibe
la imagen más hermosa
que soñar podía.

Al despertar cae en cuenta:
algo falta en el Divino
compendio de maravillas.

Toma un pincel en su mano.
Sin detenerse a pensar,
en el horizonte dibuja una ría
y pone punto final.

Sobre un pedazo de tierra que el mar no alcanza a cubrir
tal vez un punto olvidado por el pincel del autor
¿acaso el punto final?
a su antojo juega, el viento, con la vida y el amor.

Dos amantes vegetales
aislados en la ría
a merced del viento viven
para poderse abrazar...
tan juntos y tan distantes
que no se pueden tocar.
Cuando el viento sopla quedo
se intentan acariciar
y esperan las fuertes brisas
tal vez por poderse amar.

Dos amantes vegetales
sobre un islote en la ría
Dos seres sin importancia
contando distinta historia
a cada quien que los mira
sembrados en mi memoria
como la esencia, hecha imagen,
quizás de la vida misma
encerrando en su existencia
mi propia filosofía.

Dos amantes vegetales
sobre un islote en la ría
en esa tierra de sueños
que llevo dentro del alma
como el sueño de algún día.

En medio de turbulencias
cuando hace falta la calma
pienso en aquellos amantes
recuerdo Villagarcía.

VI

De la España de mi infancia
recuerdo un pequeño punto
en el extremo de un mapa
y un maestro diciendo:
"como podéis ver
por el noreste
limita con Francia".

Poco más recuerdo como no sea
la historia novelada
que leyera alguna vez
sobre un hombre y una hazaña:
el Cid Campeador
sobre un caballo Babieca
cabalgando por España

o la imagen de un lancero
un hidalgo caballero
atravesando molinos
por Castilla, con su lanza.

Recuerdo, sin embargo,
de la Galicia añorada,
las piedras que, tantas veces,
mi zapato pateara
caminando unos caminos
de tiempo y tierra mojada.

Recuerdo el pino en el monte
el olor del eucalipto
y el silvestre sabor
de aquella fruta morada;
el trigo sobre los campos,
el maizal espeso y la pequeña sandía
que, en su interior, se ocultaba.

De aquel rincón de Galicia,
recuerdos llevo en el alma:
una mujer que era un sol
un cielo abierto, un hada
y un hombre, como un farol,
erguido ante la montaña.

Ella era toda ternura:
todo el calor del estío
en su regazo albergaba;
toda mujer de aquel tiempo
y, por mujer de aquel tiempo,
nunca del todo apreciada:
la mujer del campesino
no tiene existencia propia:
vive la vida de todos
vive una vida prestada
esclavizada a la tierra,
sin quejarse, ¡resignada!.

El, campesino de aquel tiempo,
era dueño de su mundo;
tenía más libertad,
más largas eran sus alas:
el derecho indiscutible
que su misma sociedad,
al hombre, por ser hombre, daba.
Compañero del camino
de la chiquita de vino
de romería y parranda.

A su lado caminé
por las veredas de España
de la España conocida:
esa España reducida a un punto
sin dimensión en el mapa;
de la España de mi infancia:
un rincón de la Galicia.

VII

De tiempo en tiempo una sombra.
De tiempo en tiempo una luz.
Un sueño azul clavado en la frente
y, en la espalda, la carga de alguna cruz.

De tiempo en tiempo la sombra.
De tiempo en tiempo la luz.
Un sueño azul con alas de alondra.
Una esperanza clavada en la cruz.

VIII

...Y en sueños trocose
un día cualquiera
su largo camino
su vida primera
cuando en un suspiro
con paso cansino
pensando ir al cielo
regresó a la tierra.

IX

Demasiado tiempo para pensar
Muy poco espacio para sentir

Demasiado tiempo para soñar.
Muy poco espacio para vivir.

X

Cuánta tristeza!
Cuánta soledad!

Vuelvo a evocar, en la calma
del espejo azul que es la ría:
una historia inconclusa
una lenta agonía
un recuerdo a lo lejos
un 'tal vez algún día'.

(Agosto, 30 de 1995)

miércoles, 15 de julio de 2020

¿a dónde se va la vida
cuando abandona la carne?
¿a dónde va el pensamiento?
¿a dónde tanta energía?
¿dónde se esconde la llama
del fuego que ya no arde?
¿a dónde van los colores
cuando se acaba la tarde?

martes, 14 de julio de 2020

Mis versos son como el viento
se levanta en un momento
sacude un poco el camino
..............y como vino
...........................se va.

lunes, 13 de julio de 2020

A veces, cuando sentimos
que sufrimos por amor,
no es por amor que sufrimos

será, tal vez, que perdimos
algo que creimos nuestro
y, en verdad, nunca lo fué...
acaso echamos en falta
aquello que no tenemos
y quisieramos tener...

A veces,
no es por amar que sufrimos
... sufrimos es por querer.

domingo, 12 de julio de 2020

Lo que hay en ti
lo vi en sueños
antes aún de saberte.

Antes aún de tenerte
(entre mis brazos), tenía
la sensación de tus labios
tus besos que amanecían
como gotas de rocío
sobre el jardín de mis días...
......y con ellos despertaba
......y con ellos me dormía.

Antes aún de saberte
......................de soñarte
......................de quererte...
¡Mucho antes!, te tenía
......................te pensaba
......................te sabía...

sábado, 11 de julio de 2020

De quién era la tierra
cuando la tierra yacía,
sumergida, bajo el agua?
de quién,
cuando se retiraron las mareas?
cuando la vida dió el primer paso,
quién poseía la tierra?
¿cómo la adquirió?
Cúando pasó la tierra a ser tuya?
Cúando pasó a ser mía?
Quién nos la dió en propiedad?

viernes, 10 de julio de 2020

¡Es verdad!
Las cosas no son como quiero

¿Qué más da?
¡las quiero así como son!.

jueves, 9 de julio de 2020

Entre Tiempos (1998)

«No siempre somos lo que queremos. A veces somos, tan sólo, lo que podemos ser; lo que nos dejan; lo que la vida tiene a bien moldear con este barro del que estamos hechos. Y mientras más pronunciada sea la diferencia entre lo uno y lo otro, entre el "ser" y el "querer ser", más profundos serán, a su vez, nuestros conflictos internos y más negros los fantasmas que nos toman por residencia».
        Aquella voz sonó en mis oidos como el último intento por hacerse oir de un eco cansado, lastimado de tanto ir y venir rebotando entre neuronas. Tan absorto como estaba en mis pensamientos no sabría decir en qué momento aquel anciano -más parecido a una sombra que a un hombre- ocupó el lugar vacío a mi lado en aquel banco del muelle ni cuanto hacía que estaba allí. Cuando llegué aún el sol trabajaba en su último lienzo: el retrato de un día que termina.

        Nos miramos a un tiempo. Ante mi sobresalto simplemente se encogió de hombros y devolvió su vista al mar como intentando hipnotizar a las estrellas. Se confundió por un momento entre los colores de aquel punto en el infinito que tan fijamente miraba y regresó de repente para agregar:
«Ya ves, buen amigo. No siempre triunfa el que más se esfuerza ni siempre el que más sufre es quien más llora. Yo ya no lloro aunque sufra. Las lágrimas nublan la vista: te impiden ver el camino; y, con dolor o sin él, es preciso ver claramente para poder avanzar. De todos modos, ahora, ¿de qué me sirve llorar?. Hoy que mi tiempo se ha ido, sólo me queda el recuerdo de aquellas sendas que anduve y la nostalgia, que no el lamento, por las que hubiera querido andar.»
        Hablaba despacio pero sin medir o pensar sus palabras, como leyendo algún discurso previamente meditado y escrito en los folios del alma.

        Hablaba lentamente, con la calma de quien tiene tiempo de sobra; y, no sé, tal vez realmente tenía tiempo de sobra o ya el tiempo le era tan poca cosa que le sobraba. Tal vez, simplemente, no le importaba demasiado no poder llegar a decirlo todo y, si hablaba, era justamente para distraer el paso de las horas. Tal vez ni siquiera importaba que alguien le escuchara o no. En realidad hablaba consigo mismo.

        Sus ojos permanecían inmóviles mientras hablaba. Miraba al frente como si su vista estuviese encadenada a algún punto del horizonte.
        - De aquel lugar -me dijo y alzó su brazo entero para señalar un punto imaginario sobre aquella linea ya, de por sí, imaginaria- de aquel lugar ¿puedes verlo?
más allá del azul cielo,
más allá del verde mar.
De aquel lugar donde el viento
se retira a descansar.

De aquel lugar salí un día
hacia un mundo que no podría
más que en sueños ser verdad.
y, mientras esto decía, por sus ojos desfilaban un sinfín de imágenes perdidas en la distancia. Remotas imágenes de prados verdes entre montañas; de caminos de tierra entre grandes arboledas; de noches oscuras y frías pero también, de noches de luna llena casi tan claras como cualquier día; de largas jornadas de sol e interminables días de lluvia.

        Resumía en su interior muchas historias, como si hubiese aprehendido para si mismo todas las historias vistas, oidas o adivinadas, pero sólo una era su propia historia. La historia del que llora es la historia de todos los que lloran. Cada una con sus propios matices pero, al fin, la misma historia.
        «¿Llorar? ¿para qué? tal vez te limpie los ojos, pero no te limpia el alma ni la alivia del peso de su lastre. El lamento por lo perdido es tan sólo una forma de darnos tiempo mientras buscamos la mejor manera de superar la pérdida; y al final, habremos perdido no sólo lo perdido sino también el tiempo consumido en lamentarlo. La tristeza, por otra parte, no es más que una excusa con la cual hacemos a un lado la realidad en tanto no encontramos el modo de enfrentarla. ¡Qué parecida es la tristeza a la locura!. ¿Por qué lamentarse?. ¿Por qué la tristeza?. ¿Por que llorar?. Al fin y al cabo, no eres sino lo que eres y no estás sino donde estás. Al 'querer ser' y al 'querer estar' dedicas tu vida entera pero es en el 'ser' y en el 'estar' que padeces, donde verdaderamente se te va la vida. Se te escapa el tiempo...» - nuevamente se perdió entre las tranquilas aguas de aquel mar y regresó de pronto para exclamar tras un suspiro - «¡y la vida se te va!».
Dejó el pan en el trigal.
Dejó el vino en el viñedo.
Se sobrepuso a su miedo
y se enfrentó al temporal.

Camino de "algún lugar" se fue buscando futuro

«Ilusión vana el futuro
Viajero que nunca llega
Promesa que no se cumple.
Ilusión vana el futuro
Promesa de un pasado que se fue
Esperanza de un presente que no espera...
La esperanza se disuelve...
Y el futuro nunca llega.
»

sin más equipaje que sus sueños, se fue buscando futuro.

Pero fue a buscar futuro
- he ahí el error cometido -
por senderos de pasado
con el recuerdo a su lado
más que del tiempo ganado
de aquel minuto perdido
encadenado a la sombra
de algún tiempo no vivido
y la sombra es sólo sombra
una imagen aparente
un engaño de la luz.
        «Fui un hombre solo, o creí serlo, entre una multitud de hombres solos y cuando creí tenerlo todo, dejé el todo que tenía por buscar aquello que había dejado atrás... en el tiempo... en la distancia... porque un sólo cuerpo es poco contenedor para semejante carga; porque nada es nunca todo ¡siempre hay algo que te falta!.

        «Amé la compañía y busqué la soledad como aventura... o ¿fue al revés... que amé la soledad y busqué los placeres de la compañía? ¡Ya ni sé!. Recuerdo, sin embargo, que no siempre estuve solo. Recuerdo, incluso, que hasta tuve algún amigo... pero la memoria del hombre es frágil, se nutre de la presencia y en la ausencia se descarga: la enmohece el olvido... no siempre quien te acompaña es quien camina contigo.

        «No supe hacer del esfuerzo un instrumento productivo.

(Tal vez me dejé llevar por la apatía.
Tal vez abrí la puerta a la desidia
y la desidia me tomó por residencia.
Tal vez pude hacer más, no sé
tal vez no supe cómo
..................y el abandono
se hizo cargo de mi voluntad.)

Tal vez me deshice en sueños
- tal vez soñé en demasía -
y el soñar fue mi castigo.
Tal vez como Segismundo
entre tiempos fui añadiendo
las mieles de lo soñado
al agua de lo vivido
.
Tras una pausa, repitió como pensando en voz alta:
-Un Segismundo entre tiempos
que mezcló en el mismo pozo
las mieles de lo soñado y el agua de lo vivido.-
Para agregar, de seguido
Quijotesco en ocasiones,
aferrado a mi locura,
terminé siendo un esclavo de mi mismo.
Hoja seca ante un tornado de ilusiones
Fuí mi más fiel compañía
y mi peor enemigo.
»
¡Quijotesco!
Pobre hombre aquel nombrado Don Quijote.
Él no fue más que un esclavo de su sueño
y su sueño llevole a la locura
que, entre ambos, es el salto bien pequeño...
        Me habló de sus grandes sueños; de su busqueda incesante: un porqué para la vida «(...)porque debe haberlo, de otro modo, ¿Qué nos hace diferentes, en esencia, del árbol a cuya sombra dormimos una tarde de verano? ¿Qué nos hace diferentes si al final, como el leño aquel que ardió en la hoguera, tan sólo somos ceniza al viento? ¿Dónde queda la conciencia? ¿A dónde va el pensamiento? ¿Qué nos da la condición de humanos? ¿No es absurdo el pensamiento si al final no somos más que el plato fuerte para un festín de gusanos? ¿Vivir para morir? ¿Morir para tener vida? ¿Nacer? ¿para qué?

        «En la contraportada del cuaderno de notas en que escribía un poeta desconocido que conocí, recuerdo haber leido algo más o menos así:
"...ahora me parece que la muerte es la única razón de la vida. Todos nacemos para morir y este corto espacio de tiempo que transcurre entre el nacimiento y la muerte es la única oportunidad que tenemos de preparar nuestra llegada a donde quiera que debamos ir. Del mismo modo en que nosotros subimos a un avión para desplazarnos a un lugar lejano, la energía aborda el cuerpo humano -material- para viajar. ¿El destino? ¡Quién sabe! Tal vez un estado diferente de energía dentro del mismo universo."
        «Bien. No sé hasta que punto eso sea cierto ni tampoco estoy seguro de poder afirmarlo o negarlo con total convicción; ¿habrá quien pueda? Lo cierto es que el significado de la vida va más allá del vivir biológico que le atribuye la ciencia. Dime, ¿desaparece acaso la energía eléctrica cuando tú apagas la luz? ¿Si destruyes los generadores de energía eléctrica, el agua que utilizamos para producirla, desaparece del río?. La ciencia explica los hechos más complejos pero pasa por alto las observaciones más simples, obvia lo trivial y, lo trivial, no por conocido deja de estar ahí, como nosotros, en el mundo real.»
        Hablaba sin descanso. Lentamente, pero sin descanso. Divagaba de tal manera que hubiera sido imposible mantener una conversación coherente. Pasaba de un tema a otro como intentando salir de un laberinto; aprovechando cada cruce que encontraba en su pensamiento para desviar el camino sin haberlo completado
- «para no perder la idea...»
y después nunca volvía.

        Yo escuchaba a ratos y a ratos me perdía en mi propio laberinto mental. Mi propia madeja de sentimientos, digamos, no menos extensa que la de él pero eso sí, más confusa y desordenada. Él se daba cuenta de algún modo y entonces cambiaba el tono de su voz; se hacía más estridente, como si de repente escupiera una palabra que se negaba a salir y cuando notaba haber recuperado mi antención volvía a su tono suave, casi inaudible. ¡Justo lo que yo necesitaba!. De los tres bancos que había, dos estaban vacíos y ¡tuvo que escoger aquel precisamente para sentarse!.

        Me acerqué a aquel rincón del muelle, esa tarde, buscando la soledad; escapando del bullicio de coches y personas que pasean a diario las calles de la ciudad -como si al escapar del mundo que te rodea pudieras escapar de tí mismo-. El viento frío del norte aleja a la gente de las orillas del mar. Ni las parejas de enamorados que buscan la escasa luz y perspectiva escaleras abajo para tener un poco de intimidad, a falta de un mejor lugar, se acercan allí en tiempos como este. Fuí buscando soledad más allá de la soledad -tal vez con la idea de sumergirme en la soledad- y me encontré la compañía de un sinfín de soledades ajenas... o no tan ajenas... ¡que parecidas a las mías eran aquellas divagaciones! ¡que familiar me resultaba aquel cúmulo de pensamientos! ¡Con que facilidad penetraba aquel extraño en mi interior y extraía, de mis propias angustias, un tema para seguir hablando y alejarme de -ya no se cuales eran, realmente- mis intenciones!.

        Su discurso, me di cuenta al fín, no me era desconocido. No era su propio discurso. ¡Era el mío!. El no hacía otra cosa que leerlo, ordenarlo y devolvérmelo reescrito de una forma algo más coherente, más comprensible, podríase decir. La soledad no quiere soledad.
«Ya ves, buen amigo. No siempre triunfa el que más se esfuerza ni siempre llora el que sufre más.»
¡Silencio!.
Todo se quedó en silencio.
Silencio de soledad y abandono.
Silencio de flores marchitas que gritan "a veces me acuerdo de ti".
Silencio de tierra, silencio de piedra, silencio de mármol.
Silencio de frío más allá del invierno.
¡Silencio!.
Ni una palabra más.
Miré alrededor: ¡total soledad!.

        ¿Fue un sueño acaso?. La sensación de realidad era demasiado fuerte como para haber soñado.
        Al cabo de un instante que dediqué a comprender -o intentarlo más bien- sólo pude exclamar "¡que estés en la Gloria y descanses en paz!". Después, en silencio, con mi tiempo a cuestas, con el ya vivido y caminando al frente hacia el que vendrá, me alejé de la costa, tierra adentro; me fuí del lugar.

Hay entre tiempos un tiempo
que a menudo despreciamos.
Por enfocar los extremos
los medios desperdiciamos.

Hay entre sueños un sueño
que casi siempre olvidamos...
(porque en lugar de vivirlo
intentamos recordarlo)

        Yo no soy el mejor de los hombres y, de cierto, no puedo asegurar si soy o no el más malo. Digamos que soy uno más entre tantos. A menudo caigo en contradicciones tan extrañas como profundas -eso no es pecado-. De todos modos, quien crea poder afirmar que nunca se contradice -lo cual tampoco es pecado-, posiblemente sea porque desconoce o no es totalmente consciente de la realidad de su ser interno -y eso es menos pecado aún-. La contradicción es, a veces, la mejor demostración de que pensamos. Me cuestiono continuamente. Vivo en un permanente conflicto conmigo mismo. Tal vez por eso no sé lo que es vivir en paz con mi propio pensamiento. Intento encontrar mi lugar bajo el sol y llevar a cabo la función -es mi busqueda incesante- que me corresponde como parte de ese sistema universal al que pertenezco, sin interferir con nadie y procurando, más bien, en la medida de lo posible, ayudar a quien lo necesite a encontrar su propio lugar y ejecutar su propia función; porque todos somos miembros de un mismo cuerpo. Brazos, piernas, ojos, oidos ... También el brazo izquierdo ayuda al derecho, uniendo fuerzas, para alzar un peso cuando un sólo brazo no puede hacerlo...
... Al final, ¿qué otra cosa puede hacer
quien no sabe sino ser
y, aún en ello,
no es más que un pobre aficionado?


José L. Dasilva N./1998

jueves, 2 de julio de 2020

¿Por qué corres?
El tiempo que tú crees que se te escapó no va delante de ti.
Ni siquiera quedó atrás. Va contigo!.
Vistiendo de tiempo tus cabellos, tu piel y tus sentidos.
Entonces, ¿Por qué corres?
¿No te das cuenta del tiempo que pierdes en ese intento inútil por recuperar el tiempo perdido?
No permitas que se te pierda el presente por ir en busca del pasado.

(Réflex y Onando, enero, 1998)

miércoles, 1 de julio de 2020

De las frases nunca dichas
hay pocas hoy que recuerde.
Unas perdieron sentido
y las otras no tuvieron
ni más razón ni motivo
que aquellas frases perdidas...
De las frases nunca dichas
inútil es acordarse.