Qué vaina, viejo. ¡Qué vaina!
Nunca pensó tu voluntad
que el cuerpo le fallaría.
Tú que siempre repetías:
"Y mientras el cuerpo aguante..."
Qué vaina, viejo. ¡Qué vaina!
¡Qué vaina te echó la vida!
Quien tenga algo que objetar acerca de lo que yo escribo, sólo piense y recuerde que: Lo que expongo, es mi experiencia y mi pensamiento; no puedo exponer ni su experiencia ni su pensamiento. Si mi experiencia fuese igual que su experiencia y mi pensamiento fuese igual que su pensamiento, entonces usted sería yo... y de ello, a ambos nos libre Dios.
miércoles, 27 de julio de 2011
lunes, 4 de julio de 2011
La puerta de los sueños
(Sobre una obra de Javier Aragunde: A Porta Dos Soños)
El sueño...
Esa puerta inconsciente al universo paralelo
donde todo es falso y todo es cierto.
Camino [yo] por el sendero indescifrable de los sueños
hacia el bosque donde habitan
los miedos más terribles y los más grandes deseos.
Busco el cielo en el mundo de los sueños.
Busco a Dios en los dominios de Morfeo...
Fue allí, donde, una noche, le encontró Abraham.
También María, la madre del Nazareno.
Entre sueños está el puente que une lo visible y lo invisible,
Lo efímero y lo eterno,
La materia y la substancia, su asidero
más allá del infinito.
Adán nació del sueño de un Dios universal.
Yo, del sueño terrenal de una mujer extraordinaria...
y ambos somos ramas,
en el árbol de la vida,
separadas,
no más,
por la distancia temporal de un sueño.
El sueño...
Esa puerta inconsciente al universo paralelo
donde todo es falso y todo es cierto.
Camino [yo] por el sendero indescifrable de los sueños
hacia el bosque donde habitan
los miedos más terribles y los más grandes deseos.
Busco el cielo en el mundo de los sueños.
Busco a Dios en los dominios de Morfeo...
Fue allí, donde, una noche, le encontró Abraham.
También María, la madre del Nazareno.
Entre sueños está el puente que une lo visible y lo invisible,
Lo efímero y lo eterno,
La materia y la substancia, su asidero
más allá del infinito.
Adán nació del sueño de un Dios universal.
Yo, del sueño terrenal de una mujer extraordinaria...
y ambos somos ramas,
en el árbol de la vida,
separadas,
no más,
por la distancia temporal de un sueño.
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