... de pronto
estos susurros se atrincheran y otra vez la muerte se vuelve a quedar
quieta.
Abraham Zhinzhiyas Dijo el poeta a la muerte
"llévame contigo de una vez en este día de
tal modo me tendrás desde ya eternamente para hacerte compañía."
Pero la muerte temió (porque la muerte temía)
que la luz de aquel poeta fuese a robar sus misterios y trócandolas
por tinta utilizase sus sombras para escribir poesía
"¡Ah! poeta irreverente
-así le dijo la muerte con algo que, más
que voz un susurro parecía-
irreverente poeta que la muerte no respeta que vive sembrando
vida que la noche más oscura aclara con luz de día
¡no tendré ya suficiente! no me será ya
bastante con toda una eternidad para sumarle más tiempo
al tiempo de soportarte cuando no haya alternativa
¡nada más me faltaría!
quédate en tu claridad no te metas en mi sombra
que tus palabras me asustan más a mí que a ti la vida"
Y huyó de allí velozmente (la muerte) tan veloz
como podía no fuera que aquel poeta sobre el negro de sus alas
sembrara un jardín de versos convirtiendo en día eterno lo que era
noche infinita.
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